Fiabilidad. Esta es la primera palabra que me viene a la mente cuando hablamos de datos.
Los datos se han convertido en el motor principal en la toma de decisiones críticas para los negocios. Las organizaciones deben focalizar sus esfuerzos en la gestión de sus datos como un activo: si los datos son fiables se podrán tomar decisiones de negocio mejor informadas, obtener ventajas competitivas y fomentar relaciones duraderas con los clientes.
Pero para muchas empresas la realidad es que los datos no son fiables. O bien la información está incompleta en muchos casos, o está repartida en múltiples fuentes haciendo que la manipulación del dato sea difícil para obtener una visión significativa. Uno de los mayores desafíos con los que se encuentran las organizaciones para poder llegar a lo más alto es poder confiar en los datos.
En los últimos años se ha producido un importante aumento en la demanda de los datos, que no se ha visto traducida en una mejora proporcional en cuanto a la madurez de la gestión de éstos por parte de las organizaciones, muchas de ellas siendo aún relativamente inmaduras en este aspecto. Así pues, el error humano sigue siendo lo que influye más negativamente en este nivel de inexactitud, haciéndose más frecuente con el creciente volumen de los datos.
Para poder darle la vuelta a esta situación es muy importante que las empresas cuenten con las personas, procesos y tecnologías adecuadas para gestionar los datos con el objetivo de que éstos sean completos, válidos, precisos y fiables.
El elevado grado de desconfianza en el dato está perjudicando negativamente en el resultado final. Los proyectos de negocio que dependen de los insights obtenidos de los datos se ven ralentizados cuando las organizaciones no son capaces de confiar en su información. Sí que hay, sin embargo, una consciencia generalizada en torno a los impactos negativos causados por datos de mala calidad, como son el desperdicio de recursos y costes adicionales, malas experiencias del cliente, iniciativas comerciales ineficaces, proyectos de migración de datos que se retrasan, y mucho más.
Esta falta de confianza paraliza a las organizaciones, impidiendo que se tomen decisiones y que se inicien nuevos proyectos estratégicos. La desconfianza en el dato es capaz de poner en duda todo un proyecto, incluso cuando solo es un pequeño segmento de datos el que es inexacto. Esto nos lleva a dos escenarios: o bien las organizaciones agachan la cabeza y llevan a cabo proyectos partiendo de una información inexacta, o bien la inexistencia de datos de calidad sirve como excusa para no tomar decisiones y se evita que los negocios innoven. Los dos escenarios nos acaban llevando siempre a un resultado claramente negativo.
Si queremos romper con esta inercia negativa la única solución posible pasa por generar confianza. Las organizaciones necesitan tener una mejor comprensión de sus datos y sistemas, desarrollar una estrategia global de datos, y ser capaces de poder identificar aquellas ganancias rápidas que hacen posible la construcción de la confianza en los datos y los nuevos procesos.
Es muy importante ser conscientes de cuál es la realidad, y entender que cuando se habla de datos confiables no estamos hablando de perfección, y las organizaciones deben ser capaces de ver cuáles son sus limitaciones y también sus debilidades.
Un buen punto de partida es conocer el dato y su contexto. Es muy importante identificar dónde se origina el dato, cómo se está utilizando y las tecnologías disponibles para la gestión y la manipulación de la información. Si somos capaces de comprender mejor los problemas que afectan a una mala calidad del dato esto permitirá a la organización tener una actitud proactiva para tomar medidas y remediarlo.
Hoy en día, son muchas las organizaciones que no tienen una estrategia firme de datos que tenga la aprobación por parte de los altos cargos ( CEO, CFO,CMO..). Esta falta de apoyo es uno de los motivos por los que ha habido un estancamiento en los últimos años en lo que respecta a las estrategias tomadas para la gestión del dato. Aunque los directivos y altos cargos son conscientes de la importancia de los datos y el potencial que hay, esto no significa que hagan una inversión proporcional en la gestión de esta información a lo largo del tiempo. Parte de este problema está en que las organizaciones tienen una perspectiva puramente tecnológica en la gestión de los datos. Con esto quiero decir que las organizaciones creen que necesitan comprar una tecnología, implementarla, y luego todos los problemas de gestión desaparecerán, y los datos funcionarán por si solos.
Este problema, sin embargo, no se trata de solo poner el foco en el uso de la tecnología, sino que también se debe invertir en talento humano y ser capaces de crear un cambio en la organización y sus procesos para que estén más centrados en los datos.
Conseguir desarrollar la confianza en los datos es un viaje de largo recorrido. Los datos son un activo estratégico fundamental para que las organizaciones puedan mejorar sus operaciones y proporcionar también una mejor experiencia a sus clientes. Esto solo es posible si se tiene confianza en los datos. Es de carácter obligatorio que las organizaciones consideren la inversión en su estrategia de gestión de los datos para así poder impulsar la innovación y la transformación del negocio. Y debemos tener claro que, para lograr confiar en los datos, todos en la organización tienen que asumir responsabilidades y desempeñar su papel.