Microsoft y OpenAI redefinen su alianza ante el avance de la AGI

Microsoft y OpenAI están en conversaciones avanzadas para renegociar su acuerdo de colaboración, en un intento por blindar el acceso de Microsoft a la tecnología de OpenAI incluso en caso de que se logre la tan debatida Inteligencia Artificial General (AGI).

El acuerdo actual, que expira en 2030 o tras una eventual declaración de AGI, podría dejar a Microsoft fuera de uno de los avances tecnológicos más importantes de la historia si no se revisan sus términos. Dado que buena parte de sus productos actuales –como Copilot en Windows, Office, GitHub o Azure– dependen de los modelos de OpenAI, el gigante de Redmond se enfrenta a una posible pérdida de acceso que limitaría sus capacidades de automatización e innovación a escala.

Esta situación pone sobre la mesa una cuestión crítica para cualquier empresa con ambición digital: ¿hasta qué punto el acceso a tecnología de vanguardia debe estar contractual y estratégicamente garantizado?

¿Qué es exactamente un acuerdo AGI-proof?

En esencia, un acuerdo “AGI-proof” es un contrato que protege a una de las partes incluso en caso de que la otra alcance un nivel de inteligencia artificial que supere las capacidades humanas en tareas generales.

En este caso, Microsoft busca asegurarse de que, si OpenAI logra AGI, no perderá el derecho a usar sus modelos ni a participar en los beneficios económicos futuros derivados de su comercialización. Bloomberg señala que Microsoft persigue aumentar su participación accionarial en OpenAI a una horquilla de entre el 30 y el 40 %, y que parte de su presión nace de la necesidad de evitar un corte abrupto en el acceso a la tecnología si la startup declara haber alcanzado AGI.

Por su parte, OpenAI, aún organizada bajo un modelo non-profit con una entidad for-profit limitada, estaría intentando avanzar hacia una reestructuración total como empresa comercial, buscando mayor libertad de acción y financiación.

De la colaboración al conflicto estratégico

La relación entre ambas compañías ha sido fundamental para el desarrollo del ecosistema actual de inteligencia artificial generativa. Sin embargo, este nuevo escenario revela fricciones profundas:

  • Microsoft quiere retorno financiero formal, control y permanencia en el acceso.

  • OpenAI desea proteger su misión original y mantener soberanía sobre los usos futuros de su tecnología.

Además, existen desacuerdos sobre cómo definir si se ha alcanzado AGI. OpenAI ha desarrollado internamente una clasificación de cinco niveles para medir este hito, lo que añade complejidad a la negociación y abre un debate más amplio: ¿quién decide cuándo una IA se vuelve “general”?

¿Por qué esto importa (mucho más de lo que parece)?

Este movimiento empresarial va más allá de la tecnología o las grandes cifras de inversión. Marca un punto de inflexión en cómo las organizaciones deben abordar su relación con la inteligencia artificial. Las implicaciones son profundas para cualquier actor que utilice automatización e IA aplicada al negocio como eje estratégico.

  1. Dependencia tecnológica crítica:
    Empresas que integran inteligencia artificial en su operativa deben anticipar qué ocurriría si pierden acceso a la tecnología base. Los proveedores tecnológicos pueden cambiar su modelo de negocio, sus precios, sus licencias… o incluso volverse inalcanzables si cruzan el umbral AGI. Diseñar arquitecturas resilientes y diversificadas no es solo recomendable: es esencial.

  2. Cláusulas que antes eran futuristas, ahora son urgentes:
    Una “AGI clause” ya no es ciencia ficción. Es una herramienta contractual real que puede definir quién tiene derecho a usar, escalar o monetizar una tecnología que cambia las reglas del juego. Las compañías deben revisar sus contratos tecnológicos con una perspectiva más estratégica y menos operativa.

  3. El acceso como ventaja competitiva:
    En un mundo donde los modelos fundacionales de IA se convierten en plataformas dominantes, tener acceso garantizado –legal, técnico y económico– a esas plataformas puede ser una ventaja incluso más importante que tener talento interno. La automatización sin acceso sostenible no es escalable.

  4. Gobernanza, ética y uso seguro:
    Parte de la discusión entre Microsoft y OpenAI también gira en torno a garantías de uso seguro. OpenAI quiere asegurarse de que su tecnología no sea desplegada sin controles o sin propósito claro si alcanza niveles cercanos a AGI. Esto abre una reflexión para cualquier organización que esté desarrollando o integrando IA: la gobernanza y la ética deben diseñarse desde el inicio, no después.

Lecciones clave desde el terreno de la automatización empresarial

La historia de Microsoft y OpenAI no es solo una batalla entre titanes. Es una representación en macroescala de decisiones que ya están ocurriendo en miles de empresas que exploran el uso de la inteligencia artificial para escalar su negocio.

  • ¿Tu tecnología depende de un proveedor?

  • ¿Tus contratos te aseguran acceso a largo plazo incluso si cambia el modelo de negocio?

  • ¿Has evaluado qué pasaría si ese proveedor “evoluciona” a algo inalcanzable o incompatible con tus valores o regulaciones?

En el mundo de la automatización empresarial, los modelos de IA no son una commodity. Son infraestructuras estratégicas que pueden amplificar, transformar o poner en riesgo operaciones enteras si no se gestionan con visión a futuro.

AGI: ¿realidad cercana o exceso de entusiasmo?

Aunque todavía no existe consenso sobre cuánto falta para alcanzar una inteligencia artificial general, lo cierto es que los avances en modelos como GPT-4 y sus sucesores han acelerado la conversación. Algunos expertos, como Geoffrey Hinton, han advertido del riesgo de correr hacia la AGI sin cooperación internacional ni regulación adecuada.

Al mismo tiempo, compañías de todo tipo están integrando IA en procesos antes impensables: atención al cliente automatizada por voz, diagnóstico médico preliminar, automatización legal, generación de código, estrategia de marketing predictiva… Todo esto ya es realidad. Y es antesala de algo más poderoso.

Conclusión

La renegociación entre Microsoft y OpenAI es un recordatorio de que el verdadero poder no está solo en desarrollar IA, sino en saber gobernarla. Las empresas que entiendan esto, diseñen contratos robustos, diversifiquen su acceso y piensen en escalabilidad tecnológica sostenible estarán un paso por delante.

La automatización no es solo técnica. Es estratégica. Y las decisiones que tomemos hoy sobre cómo nos relacionamos con los proveedores de tecnología definirán el tipo de negocio que podremos ser mañana.

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